LA
MÀQUINA HUMANA
Vatios por un tubo |
Más que de la aerodinámica, la técnica de pedaleo o la propia bicicleta, que también cuentan, la velocidad a la que rueda un ciclista depende de la potencia que desarrolla en sus pedaladas. La mayoría de los humanos podemos generar una potencia de 75 a 100 vatios (0,1 caballos) en aproximadamente una hora. Eso nos permitiría rodar tranquilamente a unos 20 Km/h si la carretera es llana y no hay viento en contra. Obviamente, para aguantar en el Tour son necesarios mucho más vatios. Algo que ya se sabe desde hace décadas. Por ejemplo, Eddy Merckx logró mantener una potencia media de 455 vatios (0,6 caballos) en una hora pedaleando en un ciclo-ergómetro (bicicleta estática) del laboratorio de Fisiología de la Universidad de Colonia.
Aunque el récord de vatios lo tiene Miguel Indurain: nada menos que 510 vatios en promedio, durante su récord de la hora de 1994, a una media de 53 Km/h. Pocos seres son capaces de alcanzar tanta potencia en más de uno o dos minutos. Durante décadas, los estudiosos del ciclismo tenían que conformarse con medir la potencia de pedaleo en su laboratorio, utilizando un ciclo-ergómetro. En los últimos diez años se han comercializado potenciómetros portátiles y muy ligeros, que el ciclista puede llevar en su bici, mientras se entrena o compite. Así, los médicos y preparadores tienen un dato más para cuantificar el esfuerzo. Además de la frecuencia cardiaca, que se mide con un aparato portátil, el pulsómetro. Hoy existen dos potenciómetros portátiles cuya fiabilidad ha sido contrastada en estudios científicos: el llamado SRM, un pequeño artilugio que se acopla a las bielas y platos de la bici, y el Power-Tap, que se acopla al buje de la rueda trasera y detecta las vibraciones de la cadena, lo que le permite calcular la tensión de la misma y estimar la potencia de la pedalada. En ambos casos, un pequeñísimo sensor que se agarra al manillar, y que abulta poco más que un velocímetro, recoge los datos de potencia. Aunque algunos ciclistas, como Armstrong o Ullrich, utilizan o han utilizado un potenciómetro portátil en sus entrenamientos, casi nadie los usa en carrera. Y menos en el Tour. Quizás porque bastante estrés tienen ya y no conviene obsesionarse. Al fin y al cabo, en plena competición la única referencia válida es la rueda de los rivales. Bjarne Riis sí usó un potenciómetro durante la Lieja-Bastogne-Lieja que ganó en 1997. Sus datos son escalofriantes: en promedio, cerca de 300 vatios durante poco más de 7 horas. Y casi 400 vatios durante los 40 kilómetros que anduvo escapado al final de una prueba tan dura al menos como la etapa de ayer. ALEJANDRO LUCÍA |